El Ayuntamiento de Hondarribia ha recibido una sentencia del Tribunal Supremo fechada el 13 de marzo de 2024 en la que el alto tribunal reconoce que el Ayuntamiento de Hondarribia (PNV) concedió de manera correcta la licencia de obra para la construcción del tanatorio Gabarrari.

En esa sentencia del Tribunal Supremo se desestiman los recursos realizados contra la construcción del tanatorio en Gabarrari. Nos sorprende, que en nombre de la transparencia de la que tanto alardea el gobierno municipal de Abotsanitz y Eh Bildu, no hayan informado abiertamente a la ciudadanía de la sentencia recibida. Un gobierno que sólo comunica lo que le interesa no puede presumir de ser transparente. Menos aún, cuando estando en la oposición, este tema fue usado como arma arrojadiza con falacias y graves acusaciones contra el PNV por parte de quienes hoy gobiernan.

En nombre de la “honestidad política” que en el pleno del 25 de abril solicitaba a los demás grupos, exigimos al Alcalde y a Abotsanitz que pidan disculpas públicamente por las acusaciones lanzadas contra el grupo municipal EAJ-PNV. Su actitud en la oposición durante ocho años no hizo más que crear un tenso clima social en la ciudad. Faltando a la verdad y manipulando la información consiguieron distorsionar una realidad, pero el tiempo está poniendo a cada uno en su sitio.

Las acusaciones de “intereses ocultos”, “escándalo urbanístico”, “desafío a la justicia”, fueron palabras muy gruesas que hoy alguien debería explicar.

La Sentencia del Tribunal Supremo que hemos conocido ahora viene a refrendar la correcta actuación del Ayuntamiento de Hondarribia al tramitar el permiso para la construcción del tanatorio. El gobierno municipal del PNV de Hondarribia no fue el promotor de la actividad del tanatorio. Se limitó a tramitar correctamente un permiso administrativo basado en informes técnicos.

Los y las hondarribitarras tienen derecho a conocer la verdad de lo que sucedió en este asunto y el Gobierno Municipal tiene obligación de contarlo, entre otras cosas, por ser sus grupos políticos (Abotsanitz y EH Bildu) quienes generaron un clima de desconfianza hacia los anteriores gestores.