Gipuzko Buru Batzarra

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24/03/2014

Despilfarro sin solución

Ha quedado visto para sentencia el juicio por la demanda de GHK a La Caixa y Banesto, así como a la consultora en la financiación Price Waterhouse, por lo que se ha dado a conocer como “swaps”, término de moda en los últimos tiempos. En breve conoceremos en qué queda, al menos en un primer momento pues entre recursos y más recursos el tema puede prolongarse durante al menos tres años, la tercera entrega de la serie que la izquierda abertzale ha construido para justificar su fracaso, también, en el tema de los residuos.
Despilfarro sin solución

Y digo tercer capítulo de la serie porque Bildu ha judicializado , en base a presuntas “irregularidades” y “nulidades de hecho” respecto a la concesión de las pertinentes autorizaciones ambientales que se han demostrado correctas, todos los contratos que permanecían vivos, en suspenso, dos años después de haber accedido al gobierno del Consorcio de Residuos y de su sociedad GHK.

Primero fueron los contratos con las ingenierías. La Comisión Jurídica Asesora desestimó la solicitud de nulidad pretendida por GHK. Indemnización a las dos ingenierías. A continuación fueron los pliegos del concurso para la construcción de las plantas. En este caso, presentado ante el mismo órgano, la izquierda abertzale alcanzó un acuerdo “in extremis”, justo antes de que el tribunal se pronunciase, para evitar un nuevo correctivo, y alcanzó un acuerdo con la UTE adjudicataria. Indemnización. 11 millones de euros más IVA. En el tercer pleito, este contra los bancos y la consultora, la izquierda abertzale ha vuelto a tratar de negociar con los bancos planteando la suspensión del juicio, la víspera, con la intención, nuevamente, de llegar a acuerdos .

Si negociar, en sí mismo, está bien, siempre hay que intentar llegar a acuerdos, no es de recibo hacerlo para pagar indemnizaciones por no hacer nada (en estos momentos la cifra se aproxima a los 15 millones de euros) y negar esa posibilidad a los partidos de la oposición para tratar de llegar a acuerdos en el “estos son lentejas, si quieres las tomas y si no las dejas” que ha hecho la izquierda abertzale con la oposición, mayoritaria, en las Juntas Generales de Gipuzkoa. Poco margen queda si Bildu sigue apostando por la apertura de nuevos vertederos cargándose la solución acordada para el cierre de los mismos, contraviniendo la Norma Foral vigente y actuando desde el Consorcio y GHK en contra de sus propios estatutos, cuyo objetivo se define como la construcción de las infraestructuras, incluidas la planta de valorización energética mediante incineración.

En lo que se refiere a la financiación, el obstáculo a salvar en este momento por la izquierda abertzale, GHK contrató la pasada legislatura, en febrero de 2011, lejos aún en contra de lo que algunos afirman, de las elecciones que se celebraron a finales de mayo, seguros de tipo de interés para mantener un tipo de interés fijo, muy bueno entonces (tal vez menos bueno ahora, pero ¿y dentro de 10 años?, durante toda la vida del préstamo. El BEI, que financiaba la operación con 195 millones de euros, siempre exige este tipo de coberturas, es una condición previa a la financiación en el 100% de los casos. Y que una sociedad como GHK, con 1 millón de euros de capital social, sea capaz de conseguir un préstamo de 265 millones, sin avales de nadie, en las condiciones que se consiguieron, es que las cosas se habían hecho muy bien, tenía mucha credibilidad. Y que el propio proyecto se autofinanciaba

Bidegi tiene exactamente los mismos tipos de seguro de cobertura. Pero con el aval de la propia Diputación. Se cerraron con un mes de diferencia. ¿Por qué son “especulativos” en el caso de GHK y “de cobertura” en el caso de Bidegi? La diferencia es muy simple. Bildu decide seguir con las obras de las carreteras del territorio, pero no así con la incineradora. No hay más. Una decisión cuyas consecuencias conocía perfectamente quien la tomó. Que en un caso han ido en una dirección y en el otro justo la contraria.

Durante el periodo previo al gobierno de Bildu, finales de 2011, la cobertura era correcta. Se pagaba sobre lo que se disponía del préstamo para hacer frente a los pagos comprometidos. Que tampoco se cerraron deprisa y corriendo, como algunos insinúan, sino como fruto de largos procesos administrativos previos (para poder adjudicar una inversión es necesario disponer de financiación…)

Gipuzkoa lleva más de dos años pagando intereses por un préstamo que Bildu ha decidido unilateralmente no utilizar. Pero tampoco ha hecho nada por cancelarlo. Lo ha mantenido suspendido, pagando religiosamente, esperando que el trabajo de los innumerables abogados que han tenido encontrasen alguna anomalía en todo el proceso, con la que echar la culpa a los demás. No ha sido así, por lo que es evidente la desnudez de la estrategia de Bildu en todo este desaguisado en el que ha convertido la gestión de los residuos del territorio. Este capítulo es uno más en la improvisación, en la irresponsabilidad en la gestión, en echar balones fuera, de la que la izquierda abertzale está haciendo gala, Y que está costando ingentes cantidades de dinero a los guipuzcoanos en indemnizaciones por no hacer. Y para seguir sin solución.

Bildu lo tiene fácil: cumplir con la solución acordada, mayoritaria, vigente: el PIGRUG. Todo lo que no sea eso es una huida hacia adelante, un dejar pasar la legislatura sin haber hecho más que empeorar una situación que ya de por sí era delicada. Bildu sigue confundiendo sus necesidades partidistas con los problemas de Gipuzkoa. Y los guipuzcoanos no debemos se r los paganos de sus contradicciones internas

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